sábado, 23 de diciembre de 2017

El problema de la profecía cristiana (2)

Cuando sólo faltan dos días para celebrar la Navidad, continuamos reproduciendo parte del texto de la entrevista, que el Cardenal J. Ratzinger concedió a Niels Christian Hvidt sobre la profecía (y que aparece en el Tomo X de sus Obras Completas), el 16 de marzo de 1988 (cfr. solidaridad.net). Y lleva por título “El problema de la profecía cristiana”.


En esta pintura de Bartolomé Esteban Murillo (“Los niños de la concha”, 1670), se representan a san Juan Bautista (último profeta del Antiguo Testamento) y a Jesús, de niños.  

Antes de repasar la 4ª pregunta que le hace Hvidt al Cardenal Ratzinger (ver las tres primeras en el post anterior), copiamos algunas frases del Tomo III (“El Reinado Eucarístico”) de los Dictados de Jesús a Marga (ver la página oficial), en los que Jesús o la Virgen le hablan del don de profecía (qué es, cómo hay que entenderlo, qué valor tiene, etc.).

En el primer mensaje que Jesús quiso que se publicara en el libro (Tomo III) (del 09-01-2013), el Señor dice lo siguiente:

“Un sacerdote es un profeta. En esta época, donde fallan los sacerdotes y no se les halla [no hay muchos que sean verdaderos profetas], Yo he suscitado más profetas sustitutos. No llevan el Orden sagrado, pero sí mi Palabra, aquella que no quieren llevar los a ellos encomendada.
Es por eso que os digo, amados: escuchad también a esta profeta [Marga]. Escuchad a esta nueva profeta. Yo os la envío para vuestra salvación.
No le hagáis un pedestal, pues no se lo merece [ella sólo es la voz, no la Palabra: la humildad es una señal de los profetas verdaderos]. Haced y adorad en un pedestal a Dios, el Dios de los Ejércitos (cfr. Is 1, 24; Sal 59, 6; 89, 9; etc.), el Emmanuel (cfr. Is 7, 14), el Dios con vosotros, el “La Eucaristía”. La Eucaristía revelada para esta hora [el original está en negritas], amada. Éste será el  primer Mensaje de tu nuevo Libro”.

El 20 de agosto de 2012, la Virgen le dice a Marga:

“Esta profecía está teniendo lugar aquí (contigo) y está teniendo lugar en el mundo.
Toda lengua profetizará” (Joel 3, 1; Hch 2, 17 y ss). Aún habéis de ver más profusión del Don de Profecía. Y más cosas maravillosas y raras, más cosas auténticas y adulteradas. Con verdad y falsedad. Verdaderas y falsas”.

El 22 de septiembre de 2013, Jesús le dice a Marga:

“Querida, a ti te concedo ver más allá. Y en algunos casos, sí, eres “una iluminada”, de esas que les gusta a los demás hablar tan despectivamente de ellas. Pero, ¿qué vas a hacerle tú, si lo eres? Eso no depende de ti. Lo eres por Don de Dios, puro Don de Dios, no más. No busques más, ni busquéis más, hijos, los que la estudiáis (…) [La profecía es un don, una acción divina en la que los hombres colaboramos, según la voluntad de Dios].
Tu prestigio aún es más mínimo del que te quieren dar. Tu prestigio es Yo. Lo demás no importa.
Tú ama a todos, querida mía, sé ese corazón manso y humilde para todos, como lo es el Mío (cfr. Mt 11, 29)”.

El 12 de junio de 2014, el Señor explica a Marga por qué no hay nada predeterminado:

“No hay nada dicho hasta el último minuto de vuestra vida.
Hasta las profecías, hasta lo que oyes de Nuestros labios puede cambiar en virtud de vuestra respuesta.
Si no, tened en cuenta que las profecías determinarían una vida, y no hay nada predeterminado.
Los hombres sois los constructores de vuestro futuro, hacéis vuestra vida.
—¿En qué sentido, entonces, las profecías?, ¿para qué? [pregunta de Marga]
Las profecías son para moveros”.
  
A continuación, la Virgen amplía la explicación de Jesús, ese mismo día:

“Hay dos tipos de profecías. Unas son las que ven el futuro. Otras son las condicionales.
Los Pastorcitos de Fátima vieron el futuro. A Jonás se le dijo una condicional (cfr. Jon 3) [Dios perdona a los habitantes de Nínive, a quienes fue enviado Jonás, porque hicieron penitencia].
—¡Cualquiera se mete en estos arcanos misterios! [comentario de Marga]
Se mete quien queremos que lo haga. Y puesto que tú has sido invitada, pasa, y cierra la puerta por dentro.

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Lo que sigue es la continuación de la entrevista al Cardenal J.  Ratzinger.

Las negritas y lo que está entre paréntesis cuadrados [ ] es nuestro.

Pregunta: Si esto es entonces así, la pregunta es: ¿de qué modo está presente este elemento profético y qué dice san Pablo a este respecto?

Cardenal Ratzinger: En Pablo es particularmente evidente que su apostolado, al ser un apostolado universal dirigido a todo el mundo pagano, comprende también la dimensión profética. Gracias a su encuentro con Cristo resucitado, san Pablo ha podido penetrar en el misterio de la Resurrección y en la profundidad del Evangelio. Gracias a su encuentro con Cristo él ha podido comprender de un modo nuevo Su palabra, poniendo en evidencia el aspecto de esperanza y haciendo valer su capacidad de discernimiento.

Ser un apóstol como san Pablo es en particular un fenómeno único. ¿Qué podemos pedir que acontezca en la Iglesia después del fin de la era apostólica? Para responder a esta pregunta es muy importante un pasaje del segundo capítulo de la Epístola a los efesios, en el cual sostiene que la Iglesia está fundada «sobre los apóstoles y sobre los profetas». En algún momento se pensaba que se trataba de los doce apóstoles y de los profetas del Antiguo Testamento. Pero la exégesis moderna nos dice que el término «apóstol» debe entenderse de modo más amplio y que el concepto de «profeta» se refiere a los profetas de la Iglesia [tanto en la Jerarquía como a través de los carismas]. Del capítulo 12 de la Primera epístola a los corintios se aprende que los profetas de entonces se organizaban como miembros de un colegio. Lo mismo se menciona en la Didajé, lo cual significa que este colegio existía todavía cuando la obra fue escrita.

Más tarde el colegio de los profetas se disolvió, y esto ciertamente no por casualidad, porque el Antiguo Testamento nos demuestra que la función del profeta no puede ser institucionalizada, dado que la crítica de los profetas no se dirige solamente contra los sacerdotes, se dirige también contra los profetas institucionalizados. Esto aparece muy claramente en el libro del profeta Amós, donde éste habla contra los profetas del reino de Israel. Los profetas libres hablaban muchas veces contra los profetas que pertenecían a un colegio, porque Dios encuentra, por así decir, más margen de maniobra y más amplio espacio para obrar cerca de los primeros, cerca de los cuales puede intervenir y tomar iniciativas con libertad, cosa que por el contrario no podría hacer con una forma de profecía institucionalizada. Sin embargo, me parece que esta debería subsistir bajo ambas formas, como por lo demás ha sucedido durante toda la historia de la Iglesia.

Como los mismos apóstoles eran a su modo también profetas, es necesario reconoce que en el colegio apostólico institucionalizado existe desde siempre un carácter profético. Así la Iglesia afronta los desafíos que le son propios gracias al Espíritu Santo que, en los momentos cruciales, abre una puerta para intervenir. La historia de la Iglesia nos ha proporcionado muchos ejemplos de grandes personajes como Gregorio Magno y san Agustín, que también eran profetas. Podríamos citar otros nombres de grandes personajes de la Iglesia que han sido también figuras proféticas, en cuanto han sabido tener abierta la puerta al Espíritu Santo. Sólo obrando así ellos han sabido ejercitar el poder en forma profética, como se nos dice muy bien en la Didajé.

En lo que se refiere a los profetas independientes, es decir, no institucionalizados, es necesario recordar que Dios se reserva la libertad, a través de los carismas, de intervenir directamente en su Iglesia para despertarla, advertirla, promoverla y santificarla. Creo que en la historia de la Iglesia estos personajes carismáticos y proféticos se han sucedido continuamente, ya que surgen siempre en los momentos más críticos y decisivos en la historia de la Iglesia. Pensemos por ejemplo en el nacimiento del movimiento monacal, en san Antonio que va al desierto y de este modo da un fuerte impulso a la Iglesia. Son los monjes quienes han salvado la cristología del peligro del arrianismo y del nestorianismo. También san Basilio es una de estas figuras, un gran obispo, pero al mismo tiempo también un verdadero profeta. A continuación, no es difícil entrever en el movimiento de las órdenes mendicantes un origen carismático. Ni santo Domingo ni san Francisco han hecho profecías sobre el futuro, pero han sabido leer los signos de los tiempos y comprender que había llegado para la Iglesia el momento de liberarse del sistema feudal, de devolver valor a la universalidad y a la pobreza del Evangelio, como también a la «vida apostólica». Procediendo de esta manera han devuelto a la Iglesia su verdadero aspecto, el de una Iglesia animada por el Espíritu Santo y conducida por Cristo mismo. Así, han contribuido a la reforma de la jerarquía eclesiástica. Otros ejemplos son santa Catalina de Siena y santa Brígida de Suecia, dos grandes figuras femeninas. Pienso que sería importante subrayar cómo en un momento particularmente difícil para la Iglesia, como fue la crisis de Avignon y el cisma que siguió a continuación, se han elevado figuras femeninas [veremos en el próximo post la importancia de las mujeres en la profecía] para anunciar que el Cristo vivo es también el Cristo que sufre en su Iglesia.



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