viernes, 15 de noviembre de 2013

Con la paciencia salvaréis vuestras almas

En el domingo XXXIII del tiempo ordinario, cuando ya sólo faltan dos semanas para que termine el Año Litúrgico, la Iglesia nos habla sobre la paciencia, virtud indispensable cuando llegue el Día de Yahveh.


Las Lecturas que nos propone meditar son las siguientes:

• Ml 3, 19-20a. Os iluminará un sol de justicia.
• Sal 97. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
• 2Ts 3, 7-12. Si alguno no quiere trabajar, que no coma.
• Lc 21, 5-19. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

En la Primera Lectura, el profeta Malaquías trata sobre el Día de Yahveh, el Día de su Venida. Con estas palabras está profetizando la Segunda Venida de Cristo y al Juicio Final.

En el n° 678, el Catecismo de la Iglesia Católica hace referencia a este texto de Malaquías, y comenta lo siguiente: “Siguiendo a los profetas (cf. Dn 7, 10; Jl 3, 4; Ml 3, 19) y a Juan Bautista (cf. Mt 3, 7  - 12), Jesús anunció en su predicación el Juicio del último Día. Entonces, se pondrán a la luz la conducta de cada uno (cf. Mc 12, 38  - 40) y el secreto de los corazones (cf. Lc 12, 1  - 3; Jn 3, 20  - 21; Rm 2, 16; 1Co 4, 5). Entonces será condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la gracia ofrecida por Dios (cf Mt 11, 20  - 24; Mt 12, 41 - 42)”.

En cambio, para los que temen al Señor y perseveren en el amor, saldrá el “Sol de Justicia”.

Esta expresión de Malaquías, “Sol de Justicia”, se aplicó ya desde el comienzo a Cristo y quedó como uno de los apelativos cristológicos más utilizados (cfr. Orígenes, Comentario al Cantar de los Cantares, Libro II).

En el Salmo 97 cantaremos, con toda la creación, la llegada del Sol de Justicia: “los montes gritan de alegría, ante el rostro de Yahveh, pues viene a juzgar a la tierra; él juzgará al orbe con justicia, y a los pueblos con equidad” (Salmo 97, 8-9).

En la Segunda Lectura (de San Pablo a los Tesalonicenses), el Apóstol los amonesta a trabajar para obtener así el propio sustento. Había algunos hermanos que, ante la perspectiva de la inminente Venida de Jesucristo, en la Parusía, habían dejado de trabajar. Es una advertencia para nosotros, que también ahora esperamos la Venida del Señor. Jesús desea que nos mantengamos vigilantes, pero que continuemos ocupándonos de nuestra vida ordinaria, en la que hemos de buscar la santificación personal y la de nuestros hermanos, a través del cumplimiento fiel de nuestros deberes, por medio de las cosas pequeñas que tenemos entre manos que, hechas por amor, nos preparan para el Retorno de Cristo.

En el Evangelio (Lc 21, 5-19), Jesús habla a sus discípulos, desde una ladera del Monte de los Olivos, sobre la destrucción del Templo de Jerusalén y de las señales del Fin de los Tiempos. “¿Cuándo acontecerá esto, y cuál será la señal de que comienza a suceder?”, le preguntan los apóstoles. Y el Señor les habla de falsos mesías, rumores de guerras y revoluciones; grandes terremotos, hambre y peste; cosas aterradoras y grandes señales en el cielo; persecuciones y cárcel… “Seréis odiados por todos a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. Con vuestra paciencia salvaréis vuestras almas”, concluye el Señor.

La paciencia y la perseverancia serán virtudes de gran valor para los tiempos de la Gran Tribulación.

La paciencia es una virtud que conserva «el bien de la razón contra la tristeza para que la razón no sucumba a ella» (Santo Tomás de Aquino, S.Th., II-II, q.136, a. 1). Consiste en «soportar con igualdad de ánimo los males ajenos» (ibídem). La paciencia, como dice San Pablo, es fruto de la caridad (caritas patiens est). No puede darse la paciencia verdadera sin la gracia. La paciencia y la longanimidad son los frutos del Espíritu Santo correspondientes al don de la fortaleza (q. 139, a.2).

La perseverancia es una virtud especial cuya función es soportar, cuanto sea necesario, la duración en los actos de fortaleza y templanza, y en todos los demás: soportar la duración de la obra virtuosa. Mantenerse firmes en el bien. Se le opone la flojedad. Es propio del flojo apartarse del bien por la tristeza que causa la privación de los placeres.

Necesitaremos paciencia y perseverancia (partes potenciales de la virtud de la fortaleza, y referidas al acto de resistir) para resistir al Maligno, especialmente en sus ataques a la Iglesia.

En una carta del 28 de marzo de 1973, San Josemaría Escrivá de Balaguer escribía a los fieles del Opus Dei lo siguiente: “Deseo insistiros, para que permanezcáis vigilantes y perseveréis en la oración: vigilate, et orate, ut non intretis in tentationem (Mt. 26, 41): ¡alerta y rezando!, así ha de ser nuestra actitud, en medio de esta noche de sueños y de traiciones, si queremos seguir de cerca a Jesucristo y ser consecuentes con nuestra vocación. No es tiempo para el sopor; no es momento de siesta: hay que perseverar despiertos, en una continua vigilia de oración y de siembra”.

Recordemos, a este propósito, las palabras de Santa Teresa de Jesús:
Importa mucho, y del todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella (a la san­tidad), venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo” (Sta. Teresa, Camino de perfección, 21, 2).
Y también aquellas otras, tan conocidas, de la Santa de Ávila:
Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta” (Sta. Teresa, Poesía IX).
Sólo Dios basta”. Ese es el gran secreto.

“Siempre es hora de amar al Señor —dice San Josemaría a sus hijos—, pero hemos de acercarnos aún más a Él en estos tiempos de indiferencia y mal comportamiento. Y esto nos obliga a buscar cada día más la intimidad con Dios”.

1 comentario:

  1. Indican que Patrick Keena, el esposo de Conchita Gonzalez ha hecho su transición, hagamos oración y una petición para él y sobre todo también para ella, pidiendo apoyo del cielo y de todos aquellos quienes tenemos fe en lo que pasó, pasa y pasará en Garabandal... ella, quien ahora tiene que seguir adelante con los difíciles encargos de nuestra amada madre Maria y el peso de dar a conocer fechas y todo lo que viene, todo esto que está pasando es un signo más... no les quede la menor duda... no existe tiempo que no llegue...

    Ustedes que han estado cerca de ella apoyándola en esta nueva etapa en su vida... por favor ayuden a difundir lo que es inminente para toda la humanidad... el tiempo está cerca...

    http://abplefebvreforums.proboards.com/thread/1048

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