viernes, 22 de marzo de 2013

Comentario de un sacerdote argentino

"El evangelio de este domingo trae nuevamente a nuestros días aquel momento de gloria que el pueblo ofreció al Señor en la entrada triunfal a Jerusalén, donde lo aclamó como Rey y Señor. Donde mujeres y hombres, ancianos y niños con la gran multitud lo aclamó a una voz: ¡Hosanna en las alturas! Bendito el que viene en nombre del Señor.


Con este texto comienza la Semana Santa en la Iglesia. Pero sin detenerme en hacer una exégesis bíblica sobre este pasaje de la Escritura, tan importante para el cristiano, quisiera más bien evocar, y con mucha sintonía a esta entrada triunfal lo que está aconteciendo en el mundo, en la Iglesia. Y es que esta muchedumbre agolpada, batiendo sus palmas, con incontenible júbilo se parece demasiado a la que aclama al Santo Padre Francisco. Una alegría lícita y auténtica, sin dudas, pero que el texto del evangelio quiere iluminar para nuestra vida y nos advierte respecto de nuestro júbilo. Y es que esa misma muchedumbre, en menos de una semana, pidió la crucifixión del Señor y le abandonó. 

Se preguntarán ¿y es que nosotros iremos a crucificar al Papa?... y con pausa contesto a esa pregunta: No lo sé.

Pero sí que hemos crucificado a su antecesor, nuestro querido Papa Emérito Benedicto XVI. 

Explico: La renuncia de un Papa no es algo normal. No es algo que debe alegrarnos, o que trae consigo solo una sorpresa y nada más. La renuncia de un Papa es una tragedia. Es algo serio. Es algo doloroso. Y es algo horroroso. 

Al Papa Benedicto XVI le han crucificado durante los casi 8 años que ha estado gobernando a la Iglesia y lo hemos visto, ha sido una crucifixión, un martirio a los ojos de todos. Hemos sufrido -por lo menos yo y otros- viendo cómo iban por él, cómo le agobiaban los enemigos de fuera con colaboración de algunos enemigos que están dentro, con la basura de dentro, aireada, promocionada durante años por esos enemigos de fuera. Esto es lo que ha sucedido. Un pueblo de Dios que ve como matan a su pastor y que no se da cuenta, es terrible. El Papa es un mártir… Fue crucificado a la vista de todos. Y ya no pudo más. El Papa no renunció para tomarse unas vacaciones, ni para disfrutar sus últimos años de vida. Renunció porque ya no podía más, porque le hemos dejado solo, como él mismo lo dijo ante la situación de la revocatoria de la excomunión a los obispos lefebvrianos en el 2009. 

El mundo que vive la dictadura del relativismo, no tolera el bien ni el mal objetivo, no tolera la verdad, y Benedicto molestaba. Si hacemos recorrido el mundo lo juró como enemigo. Y ahora aplaude a su sucesor. El Santo Padre Benedicto XVI dio su vida por la Iglesia, puede gustarle o no a la gente un Papa, pero esto no es una opción para un católico auténtico, que debe amarle y rezar por él, escucharlo y dejarse guiar por el Papa, discerniendo para su vida lo qué Dios quiere mostrarnos. Y muchos hermanos le siguen martirizando cuando someten a los Papas a tediosas comparaciones que jamás son felices en sí mismas. Ya que ambos y todos son don de Dios para la Iglesia. Y crucificamos al Señor nuevamente con las frases: "ahora sí..." "este sí..."

Debemos hacer un examen de conciencia muy profundo y preguntarnos: ¿He dejado sólo al Papa? ¿Qué he hecho yo para acompañarle? ¿Me he informado para defenderle? ¿Lo he criticado?

Y no sólo un examen, también pedir PERDÓN a DIOS.

Que nuestra alegría por la elección del Papa Francisco no sea la del mundo, que ahora lo alardea, pero cuando el Papa exponga a Cristo lo crucificará. Ya que el mundo no soporta la Verdad. Y es raro pensar que el mundo aclame un Papa, pero el demonio está sacando más tajada de esto ya que continúa martirizando a los predecesores e instala en la Iglesia la comparación y las falsa esperanza de un cambio, que difiere mucho a lo que el auténtico Francisco realizó en la Iglesia por el llamado del Señor: "REPARA, RESTAURA mi Iglesia" y no un REFORMA mi Iglesia, y esta falsa esperanza, lejos de Cristo, nos disgrega y debilita la Fe.

Nuestra alegría es superior. Nuestra alegría es que Cristo permanece con nosotros. Sea Argentino, Chino o Francés: El Papa es de todos. Tengamos alegría, pero HAGAMOS, RECEMOS, COMPROMETAMOS nuestra vida por el Santo Padre Francisco, si le dejamos solo ya sabemos como termina la historia. Que el mundo aplauda... nosotros recemos y construyamos la Iglesia como él mismo nos exhortó en su primera homilía. Es hora de REZAR POR EL PAPA. MUCHO. MUCHO.

Y tengamos amor profundo al Papa Emérito Benedicto XVI, que por amor a la Iglesia no se bajó de la Cruz y continua en ella orando por cada uno. 

Oremos por el Santo Padre, El Señor lo conserve, lo fortalezca, lo haga feliz en la tierra, y no permita que caiga en manos de sus enemigos".

Padre Javier Carbone

2 comentarios:

  1. Padre qué parece a usted mi comentario,está en esta página en en busca de la verdad, me llamo Consuelo y está al final.Gracias

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  2. Este Sacerdote si que ve la verdad, y ve que "el mundo", lo mundano, no puede aplaudir a un Papa verdadero, y como podemos notar hoy, a casi un año de estar bergoglio en la Silla de Pedro, ya fue tapa muchas de las revistas más conocidas "de mundo", saquen sus conclusiones.

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